Aparentemente nada distinguía
aquel hombre del resto, quizás sí un poco el hecho de ser tan amable con todo
el mundo, y eso en una sociedad tan poco social como la nuestra, era todo un
mérito que alguien te dedicara una sonrisa por las buenas.
El mundo no era un problema
para él, le daba igual que los demás pensaran negativamente sobre su persona,
si es que alguno lo hacía. Vivía según sus reglas y seguramente eso no le
gustaría a más de uno, pero ya entraba en un tema en el que no estaba dispuesto
a meterse, eso solo le competía a la persona que pensara de ese modo de él y su
forma de ser.
Nunca estaba solo, siempre se
rodeaba de gente que, aunque no siguieran su mismo ritmo, estaban ahí, ya fuera
como apoyo, o simplemente como un momento para pasar el rato. La cosa empieza a
complicarse aquí pues este hombre no era realmente como parecía exteriorizar.
¿Acaso en sus ratos libres era
un loco psicópata? ¿Le gustaba entrar en casas ajenas para destrozarlas y
reírse de sus víctimas? ¿Veía Gran Hermano o escuchaba la discografía de Justin
Bieber? Podría ser, ya que sus gustos musicales no eran propios de…
Un momento, porqué me haces
parar. Como que “cada uno escucha lo que le apetece y que no debo juzgar a nadie”.
Tu que sabrás de nada, solo eres una puta voz en mi cabeza. En fin, perdonad
esta incomoda interrupción, mi asesor fantasma quiere siempre tomar partido de
todo.
El caso es que cuando este
hombre llegaba a casa ponía a todo trapo música heavy. Por suerte había sido
previsor y mandó que le insonorizaran las paredes para que nadie lo escuchara y
que sus vecinos no estuvieran denunciándolo constantemente. Aunque lo que no
sabíais es que en secreto tenía otro apartamento, un sitio donde se reunía con
su mujer y su hijo que desconocían completamente sus gustos musicales; o eso
creía él.
Un día al final la mujer lo
pilló por banda y le confesó que conocía su secreto, algo que le cogía de
sorpresa y se hacía el loco de una manera bestial y brutal.
—Voy a bajar a la tienda,
¿quieres algo de allí?
—Cariño por favor, no te vayas
corriendo como siempre, con una excusa que ni siquiera te crees tú.
—No sé a qué te refieres—puso
cara de circunstancia.
—El otro día me dijiste que
ibas a ver una película con un amigo, y ese amigo vino a casa y me dijo que no
te había visto. Se pasó para ver si es que te había ocurrido algo.
—Qué tontería, cuando yo me
apunto a un plan, nada puede hacer que me eche atrás.
(No sé si a quien le estoy
dedicando la historia va a pillar la sutileza de mis palabras).
Un pájaro entonces se coló en
casa y eso hizo sentir alivio al hombre que por fin podría dejar de lado ese
interrogatorio. Bendito animal alado, le acababa de dar un motivo para discutir
de algo trivial.
—¿¡No te he dicho mil veces que
cierres la ventana!?—le dijo a su mujer.
Entonces el hijo entró en
escena.
—Papá, estás tonto o que. Si
la ventana siempre la cierras tú. El pájaro ha entrado por la puerta
principal—resulta que hablando no se había dado cuenta de que iba marcha atrás
intentando huir de la conversación, y abrió la puerta dejando pasar a un
precioso canario que sin duda venía de alguno de los pisos de sus vecinos.
—Me estáis volviendo loco, en
serio. Me voy a mi otra casa a escuchar heavy para relajarme.
El hombre entonces se dio
cuenta de lo que acababa de decir, había desvelado su gran secreto y al mirar a
su mujer y su hijo no veía en sus rostros sorpresa, ¿de verdad lo sabían, o
estaban haciendo ver que lo conocían? Al final poco importó porque su mujer
quiso compartir su gran pasión llevándole a un concierto de Metallica.
Tiempo después, cuando el
concierto iba a dar comienzo, iban los tres paseando por la calle camino del
lugar cuando al hombre le dio por mirar un escaparate. Era una librería dónde
se encontraban dos ejemplares de libros de dos hermanos, este se quedó mirándolos
por unos segundos extrañado, como si ya los hubiese visto antes pero sin
recordar exactamente dónde los había hecho.
Su mujer lo sacó de sus
pensamientos.
—¿Estás bien?
—Sí, es solo que me ha
parecido reconocer algo.
Siguieron su andadura sin
pensar que se fueran a encontrar nada más que los distrajese, sin embargo no
podían estar más equivocados. Su mujer no entendería la reacción de su marido
ya que solo él entendía el problema que se le estaba a punto de presentar.
Al llegar a la fila de espera
para entrar a ver el concierto, se dio cuenta de que frente a él había otro
hombre vestido con ropa muy diferente a la que esperaba ver en esos momentos.
Este pareció sentir su mirada y se giró dedicándole una gran sonrisa. Estaba
frente a un fraile.
—¿¡Pero que cojo…!?
Dedicado a mi buen amigo Juan
Felipe. Tenía pensada una historia diferente para ti basada en una época
bastante más antigua, pero cuando me diste tus tres palabras que te describían,
no podía otra cosa que hacer una versión más “realista” de ti. Espero que te
guste Juanfe pues tu camino a la fama cada vez está más cerca con cada
nombramiento que hacemos de ti XD.
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